Las grullas saltan haciendo el amor,
junto al bosque nevado,
o se pintan el cuello con signos
en las aguas de un pantano.
Los hombres preguntan por su origen
y el porqué de andar migrando,
con ese mismo gracejo al caminar
o al remontar pesadamente el vuelo,
hasta alinearse dentro de una bandada
que pinta graciosas figuras en el cielo,
cuando abren sus alas majestuosas
y deshacen los moños negros
formando letras blancas en el aire.
Las grullas resignan su belleza individual
para integrarse dentro del grupo
y volverse parte de una comunidad,
que vuela cantando al unísono:
¡Viva la preciada libertad
de poder elegir nuestro lugar!
(*) Todos los derechos reservados. © Copyright 2011 Jesús María Silveyra. info@jesusmariasilveyra.com.ar
1 comentario:
es asi lo de la ultima estrofa? interesante
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