Jesús María Silveyra

miércoles, junio 27, 2018

LA POESÍA



Me preguntó de dónde venían,
esas palabras mías,
convertidas en poemas.

Le dije que no sabía,
si del pozo más profundo
del corazón,
o de lo más etéreo
del aire.

Eran como velas tendidas,
nubes suspendidas,
aromas de fuentes,
caricias de ángeles,
labios de mujer,
suspiros,
voces no escuchadas,
ecos repentinos,
pasos nunca dados.

Eran dardos
que no buscaban,
ni centro, ni escondrijos,
eran sublimes acertijos
perdidos en el agua.

Era fuego,
quemándome el alma.
Era tierra
poblada de amapolas,
como cruces indoloras,
como verjas sin espacios,
como notas no tocadas.

Sin embargo,
tenían forma de palabras,
que se iban juntando,
formando cadenas.

Eran imágenes nunca vistas,
partituras del espacio,
colores descubiertos,
en el vacío de las letras.

Siguió preguntándome,
pero me dolía la falta
de respuestas claras.

Eran pájaros migrando
de una mano hacia el oído.
Eran botes zarpando,
hacia el mar de unos ojos.

Era un grito desesperado,
de mi angustia existencial,
dando tumbos por el tiempo,
tan humano y sideral.

En fin, era el amor.
Sí, el amor,
aunque costara tanto
sacarlo a la luz
y desnudarlo.

(Londres, en un café de la calle Oxford).
jesusmariasilveyra@2018