Jesús María Silveyra

jueves, marzo 03, 2011

EL CONTAGIO DE LA LIBERTAD


Todo lo que viene sucediendo en Túnez, Egipto, Libia y otros países árabes (Yemen, Bahréin, Argelia, Marruecos, etc…), nos llena de esperanza en la medida en que vemos cómo grupos heterogéneos de ciudadanos quieren ponerle fin a dictaduras o tiranías que llevan años en el poder. Estos movimientos “liberadores” están basados en la justicia de ciertas verdades aceptadas por quienes en el mundo nos consideramos democráticos y republicanos, tales como: transitar libremente por un país, publicar las ideas sin censura previa, tener derecho a la propiedad privada, ejercer toda industria lícita, poder elegir a quienes nos gobiernan, profesar libremente nuestro culto, etc… Por supuesto, existe un cierto temor en los países desarrollados de Occidente, acerca del resultado final de estos acontecimientos, dado que muchos de estos países árabes son productores y abastecedores de petróleo y existe la posibilidad de que grupos “integristas” islámicos puedan acceder al poder.
Esta última postura estaría en la línea del mejor “malo conocido que bueno por conocer”. De allí que al principio hubo muestras exageradas de silencio ante, por ejemplo, los sucesos que desencadenaron la caída de Mubarak en Egipto, o los hechos fatales que se iban produciendo en Libia, donde los medios hablan de centenares de muertos. Pareciera que nadie se quisiera meter del todo en el asunto por temor a equivocarse y que finalmente resulte para Occidente un “tiro por la culata”. Sin embargo, frente a estas dudas racionales debe oponerse el optimismo y la esperanza que despierta el contagio de la libertad que desean los pueblos, libertad que difícilmente vaya a ser negociada por otro tipo de tiranías, como podrían ser las que plantea el “integrismo” o “fundamentalismo” islámico. Ese contagio optimista de la libertad debe hacernos pensar en la posibilidad de que se formen verdaderas repúblicas árabes más al estilo de la democracia turca que de la teocracia iraní. El hecho de que el dictador Khadafi asuste a Occidente diciendo que todo esto es obra de Ben Laden, esta muy cerca de una visión maniquea que se quiere asociar con todo el Islam y el dictador libio hace usufructo de ella aunque se dice a sí mismo sufista.
Estos mismos aires de libertad deberían contagiar a los Latinoamericanos, especialmente a los cubanos, para pedir el fin de la dictadura de los hermanos Castro, en forma pacífica pero persistente. Porque no es en vano repetir que en Cuba no existen las libertades fundamentales consagradas en una democracia republicana, tal como hemos podido comprobar quienes conocemos esa hermosa isla caribeña. Asimismo, sería parte de ese sueño de contagio universal de la libertad, pensar que nuestros hermanos venezolanos pudieran hacer otro tanto, exigiéndole a Chávez elecciones transparentes y la devolución de las libertades de expresión y el derecho a la propiedad privada que son conculcadas con mayor frecuencia y virulencia.
¡La verdad nos hará libres!, y bien vale la pena contribuir a contagiar esta esperanza de libertad que flota en este momento en el mundo, para que el futuro nos depare una vida en fraternidad universal, con más justicia, progreso y libertad.

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